¿QUÉ ES EL FASCISMO?
El pasado año he escrito desde mi Estado de Espírito Santo (Brasil) un artículo de título “EL FASCISMO SÓLO SERÁ DERROTADO POR LAS MAYORÍAS” en el cual evocaba a la participación de mi hermana en el coloquio bajo la misma pregunta ¿qué es el fascismo? formulada por ella, mi hermana Rosângela. He visto muchas intenciones de invocar sus definiciones. Sin embargo, nadie lo hizo mejor (al menos ha sido lo que encontré) un librito introductorio del autor brasilero Leandro Konder (quien todavía no sé si vive) Introdução ao Fascismo quien, más o menos, dice lo siguiente: “el fascismo es una disposición en algunos de no querer acabar con la ‘lucha de clases’”, es decir, es necesario mantener a ésa (la lucha de clases) en vivo, porque ella conserva en su sitio a los hombres. Cuando uno se instala a mirar los acontecimientos guarimberos de estos días en Venezuela, específicamente en Caracas, Maracaibo, Miranda; y más específicamente el “juego por plata” de algunos manifestantes descontentos, los hacedores de guarimba quienes, claro que viene a dar en una de las definiciones acordadas: esos guarimberos no quieren cambio frene de las mayorías que sí lo quieren. E imponen de voz -como lo hace la oposición- que “no quieren que siga el Gobierno de Maduro”.
Además, si miramos las invitaciones “a la calle” de la diputada fascista Corina Machado y de sus cómplices (habría de consultarles ¿Por qué se burlan del pueblo? ¿hay de hecho una forma de confianza en el pueblo como “tecnología” a ser refrendado? Pero eso sólo ha sido posible en Cuba de Fidel), sin embargo, más se aviva la comprensión del mencionado texto-artículo de Konder. La oposición de la MUD, los cabecillas de la “movilización”, la gente pobre que se encuentra envuelta en esas “protestas”, su composición está hecha de “reaccionarios”, “conservadores” y “contrarrevolucionarios”, que luego me declinaré a explicar, i.e., son los “fascistas” de hoy día. Son los que no quieren cambio social.
Podría atenerme a un “reaccionario” (reconocido también como un “escuálido”, aunque sea esa denominación más pertinente al momento político de uno grupo de que es compuesta la oposición de la ya acordada y disolvente “mesa de la unidad”) como alguien que lucha eternamente para ver el “regreso” a las épocas de la “Cuarta República”, “a sus días de gloria”. Jamás se atreve a meterse por delante; prefiere estar aislado de todo.
Para el “conservador”, el objetivo a alcanzar es, de cómo, si el proceso revolucionario (chavista) derivase para una concepción “empresarial”, con la permisividad de imponerse como “ideal” suyo la “liberalidad de la ganancia”; la “economía del saqueo de un pueblo”, o sea, la “iniciativa privada” contra la “iniciativa de las masas”, que era como un sueño alentado por el “comunista” Lenin (de Febrero de 1907).
La definición de un contrarrevolucionario -esta sí, más dura- es la de que éste puede ser sacado de lo más bajo al más alto escalón; puede que sea una persona de bajo o de alto nivel social: una prostituta, un limpiabotas, un taxista o dueño de una empresa: lo que importa es que no se salga del “individualismo”, sobre todo cuando se fundamenta en el “arte de ganar dinero”. Pero, fácilmente es invitado para “poner bombas” en lugares públicos como metros, iglesias, club de jóvenes, al final, es fácil de caer en un “mercenarismo” donde la gente se refugia (metro: ida y vuelta; iglesias: los consolados de “nuevas” creencias; club de joven: de los “desistentes de la lucha”). Por ello, van a ser punidos por las manos de la contrarrevolución sanguinaria…
¿Cuándo ha dejado de ser así la historia producida por el Occidente? Un fascista, además: aquel quien no puede ver a un negro, a un indígena como a un igual, vino de lejos del tiempo histórico. Se puede constatar que ello es de la Grecia antigua: el intento por jerarquizar la vida de los hombres, mujeres y de niños se encontraba en los textos de los “primeros jerarquizadores”, de Platón, Aristóteles a Nietzsche y Heidegger, y con ello a poder dar por “solucionado” un aspecto de la vida: pretensión de “universalidad”. Luego, también reconozco a los fascistas de Venezuela su falta de amor por la vida: su filosofía de la maldad. Sus escuelas les profundizan la separación, el distanciamiento. Por su verticalidad, inhiben su amistad con el otro: usted ha que ser un “empresario” ideal: no debe usted tener amigos; practica el individualismo, como práctica, como forma de supervivencia, que el mundo va a funcionar… (“¡siempre ha sido así!”, dicen). Por ello y así empezó el conflicto de las clases.
Por ello la inconformación de esos que -aun siendo pueblo, un mínimo del pueblo comprado para “hacerse titulares”, luego el contrario de la mayoría chavista- hacen guarimba: sólo hacen mantener o dar continuidad a la injusticia que hay en el mundo, no obstante su tendencia es la de dar con el fracaso de sus actos de violencia; el capital sólo desea la guerra por las razones de su composición desenfrenada, de que hablaremos después.
También, no se debe perder de vista esta definición: “el fascismo es una disposición para unos cuantos: de no querer acabar con la ‘lucha de clases’, es decir, es necesario mantener a ésa puesto que ella (la lucha de clases) mantiene en su injusto sitio a los hombres.
Altamiro Pires Borges
Sam Juan de los Morros, 19 de marzo de 2014
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