“Manual De Urbanidad Para Jovencitas”, Sexo Para Las Señoritas
Por Mónica Careaga febrero 12, 2014 @mon_copi
Guadalupe Loaeza ironizaba sobre su propia condición de “niña bien” en un libro homónimo que conformó una trilogía y varias reediciones desde su primera publicación en 1985. Las niñas bien, dentro de los modelos arquetípicos definidos por la autora, son estas mujeres que su condición social acomodada, o al menos en apariencia, les permite, y al mismo tiempo les exige, comportarse como una señorita, en todo lo que implica esta palabra. Las niña bien, bien, la fresa, la liberada, la intelectual, la mocha, la sonsa o la universitaria son algunas de las categorías que Loaeza, en un primer momento, definió para agrupar a las chicas de la alta sociedad, verdadera y construida, preocupadas por la apariencia y quienes en sus espaldas llevan la pesada carga del conservadurismo de su sexo.
Han pasado casi 30 años desde la aparición de Las niñas bien, pero antes, mucho antes de que la mexicana ridiculizara a las señoritas, el siglo XIX descubrió un resquicio para el sexo, las obscenidades y la sucia intimidad sucedida en la aristocracia, descrita por la pluma del poeta francés Pierre Louys.
En su paso por la escuela de Filosofía, el joven Pierre cruzó camino con figuras como André Gide, defensor de los derechos de los homosexuales y Premio Nobel de Literatura en 1947, y el poeta y ensayista Paul Valéry. Era todavía un adolescente cuando Louys escribió sus primeros textos eróticos. Su narrativa refinada, herencia de su posición aristócrata, en conjunto con la crudeza de sus palabras que no reparaba en llamar a las cosas por su nombre, hicieron del francés un digno seguidor de la literatura libertina del siglo XVIII.
Pierre Louys perteneció al grupo de los simbolistas; los escritores afiliados a este movimiento, junto con los parnasianistas, se caracterizaron por su radical oposición al romanticismo, a la exaltación del Yo y al abuso del sentimiento. Los simbolistas defendían la doctrina del arte por el arte, era éste el inicio de la creación porque significaba la razón primera y absoluta. La corriente simbolista se caracterizó por traspasar los umbrales de la época allanando los misterios en unasimbólica descripción de lo que existe más allá de la realidad aparente.
Esta dualidad oscura en los representantes simbolistas que lo mismo podían ilustrar los conflictos entre la inocencia y el pecado, la dicha y el dolor, la alusión al consumo de sustancias y el reconocimiento de la mujer como proveedora de placer, sumada a su preocupación por el uso de la lengua refinada, elitista, rebuscada, rítmica y sugestiva, la valoración del contenido sobre la forma y la exploración de los placeres carnales desde la sodomía, la masturbación y las relaciones sexuales entre mujeres rodearon el tiempo de Pierre Louys quien hizo de su obra erótica una de las más pujantes, insolentes, permisivas y divertidas que sucedieron en el cambio de siglo.
Louys fue fundador de la revista La Conque, publicación en la que encontrarían cabida sus primeros poemas y los de figuras como Moréas, Valéry y Verlaine. Astarté (1891), una colección de versos eróticos, y Les Chansons de Bilitis, más de una centena de canciones con temas lésbicos que le significó el reconocimiento internacional por ser una excelsa supuesta traducción de una obra de la Grecia clásica, lo ubicaron como un poeta de la sensualidad desde la elegancia y el buen gusto.
La obra de Louys fue un acercamiento sórdido a la intimidad y la realidad erótica de la Belle Époque. Su aportación a la literatura fue poner de manifiesto la otra cara de la aristocracia que ufanaba de sus elevadas costumbres y presumía de un falso pudor mientras se reunía en prostíbulos parisinos.
Entre 1894 y 1899, el francés escribió brevísimos textos en forma de sentencia que podían leerse como diálogos rápidos, abruptos, directos y sin tapujos que servían como prácticos consejos para las señoritas y su floreciente sexualidad. Los escritos quedaron compilados en Diálogos de cortesanas y Manual de urbanidad para jovencitas, títulos que dejaron al descubierto “los malos pensamientos” de las señoritas. No se hablaba de amor, sino de sexo, de masturbación, de pollas y de culos.
Pierre Louys, nude photographs, Pierre Louys
Si propone jugar a “muéstrame tu polla y verás mi culo”,
asegúrese de que los mayores no vigilan.
La antología son directrices para jugar a ser una puta pero sin llegar a serlo, para que follar deje de ser verbo y el número 69 signifique más que dos dígitos. Louys reconocía como un regalo a la virginidad y apuntaba con precisión los pasos para perderla:
tiéndase en mitad de la cama, quítese el camisón o al menos súbaselo hasta las axilas, separe las piernas y ábrase los labios del coño con las dos manos. Si el caballero prefiere desvirgar su culito, ofrézcaselo inmediatamente: le corresponde a él escoger el camino que le apetezca.
El autor divide el manual para las distintas ocasiones en que apetezca el sexo: durante el baile, en la clase, en la cocina o la habitación. Cuenta, además, con un glosario sin definiciones, pues “raja, coño,pipa, capullo, picha, rabo, cola, polla, empalmarse, menearse, chupar, lamer…” son términos bastante familiares para las señoritas.
Por si fuera poco, y atendiendo a las buenas costumbres, existe un apartado sobre los “Deberes para con Dios”, entre los que destacan:
Todas las noches, antes de masturbarse, rece sus oraciones arrodillada.
Admire la bondad de Dios que da a cada jovencita un coño para recibir todas las pollas del mundo y que –para variar los placeres- le permite reemplazar la polla por la lengua, la lengua por el dedo, el coño por el culo y el culo por la boca.
Agradézcale la creación de las zanahorias para las niñas, los plátanos para las jovencitas, las berenjenas para las jóvenes madres y las remolachas para las señoras maduras.
El compromiso con la nación se cumple con las recomendaciones para estar “Con el señor Presidente de la República”:
Solicitada para tener el honor de recitar un elogio ante el Presidente de la República, no le diga al oído cuando la bese: “Ven a casa y te la pondré tiesa.”
Igualmente, si ve que es un cliente habitual de la casa donde vendes tu boquita, no lo llame “gran bebé” delante de Estado Mayor.
Si se acuesta con él de buen grado y le pide que orine en su boca, no le objete que este acto va contra el respeto que se le debe. Él conoce el protocolo menor que usted.
Pero si lo suyo es experimentar no deje pasar: “En la cama con un anciano”, “En la cama con una amiga”, “Con un amante” o “Para chupar”. Para terminar evite las comparaciones arriesgadas. No diga: “Duro como una polla, redondo como un cojón, mojado como mi raja, sabroso como el semen, no más gordo que mi clítoris” y otras expresiones que no están recogidas en el Diccionario de la Academia.
Lea completo el Manual de urbanidad para jovencitas:
http://culturacolectiva.com/manual-de-urbanidad-para-jovencitas-sexo-para-las-senoritas/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario